Según la Unicef, el acoso escolar es una conducta de persecución física y psicológica que realiza un estudiante contra otro de forma negativa, continua y con intencionalidad, que causa daño, temor, tristeza, entre otros en la víctima. De acuerdo con un informe de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras, realizado entre enero de 2020 y diciembre de 2021, Colombia es uno de los países con más casos de acoso y matoneo a nivel mundial, con 8.981.
La concentración de la problemática del bullying se presenta en las siguientes ciudades: Bogotá 21%, Medellín 13%, Barranquilla 12% y Cartagena 10%.
“Lo primero que debemos tener en cuenta las familias y educadores es que para que una situación sea catalogada como acoso escolar debe cumplir con tres características: por un lado debe evidenciarse que hay un daño intencional (físico, psicológico, social, entre otros); la acción debe ser repetitiva y por último debe existir una diferencia de poder entre “acosador” y “víctima”, comenta Laura López Portela, directora del programa Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad El Bosque.
Según la investigación “Parceros”: un programa para la prevención e intervención del acoso escolar en Colombia, diferentes estudios señalan que la participación en matoneo está asociada al déficit en habilidades sociales, las cuales posibilitan un desarrollo satisfactorio en un contexto intra e interpersonal; se sugiere que los agresores presentan bajos niveles en empatía afectiva, autocontrol, toma de perspectiva, remordimiento y compasión.
Algunas de las señales para identificar que un niño o joven puede estar sufriendo de acoso escolar son: dolor de estómago, dolor de cabeza, falta de deseo por ir al colegio, poco apetito, temor, aislamiento, entre otros.
¿Qué puede hacer la familia en casos de bullying?
Para Laura López Portela, directora del programa Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad El Bosque, se deben tener en cuenta aspectos como:
· La mejor estrategia será siempre la prevención. Se aconseja mantener una comunicación asertiva en la familia, que permita conversaciones en las que se puedan abordar con anticipación este tipo de situaciones.
· Así mismo, desde la familia y el colegio se debe fomentar en los niños y jóvenes habilidades como la empatía, el respeto y el reconocimiento de la diversidad que nos caracteriza como seres humanos.
· Es importante hacerle saber a la víctima que cuenta con el apoyo de los adultos a su alrededor, que cualquier tipo de conducta de acoso o maltrato no son toleradas y que juntos buscarán la forma de afrontar de manera asertiva la situación.
· Por otro lado, no es aconsejable buscar culpables, no ir en contra del otro niño o su familia, ni considerar que es una responsabilidad únicamente del colegio.
“Ser modelo para ellos en la cotidianidad de nuestras conductas, es la mayor influencia que podemos generar para aportar a la transformación cultural y prevenir este tipo de maltratos en nuestra sociedad”, comenta López.